La ternura es radical, la vulnerabilidad es de valientes
La ternura es radical. La vulnerabilidad es de valientes. Lo personal es político. El futuro es feminino. Aunque estas consignas han llegado a asomarse al discurso político público, incluyendo el mundo del arte, y se han legitimado y visibilizado mucho más en la última década que en cualquier otro momento, están de moda como discursos que nadie quiere encarnar en la práctica.
Vivimos en un mundo donde la agenda y los valores siguen siendo masculinos: están vigentes la verticalidad, la competencia, la superficie, la inmediatez. La virtud de la discreción en nuestra sociedad también sirve intereses masculinos y patriarcales y existe en fuerte oposición a la apuesta feminista por la denuncia, el diálogo y la confesión. La construción masculina de la seriedad también se opone a las lógicas femeninas y feministas del juego, la espontaneidad y la ruptura.
La exploración de Berta Kolteniuk del universo afectivo, cromático y discursivo visual de Bambi, en el marco de una investigación onírica y genealógica situada en una dimensión francamente espiritual, encarna estos valores de un arte feminista en construcción que no le rehuye a las intersecciones del arte con la sanación, con lo íntimo, con el archivo y con la cultura popular. La yuxtaposición de esta obra experimental y profundamente personal con la obra de la etapa actual de la investigación en pintura abstracta a la que ha estado minuciosamente avocada durante más de cuatro décadas, sirve para acentuar la gran versatilidad de una artista cuya práctica no está definida ni encasillada por los parámetros del mercado ni del deber ser ni de la corriente teórica en boga. Al contrario, Berta parece habitar un ecosistema afectivo propio donde la intuición, la exploración, lo táctil, la ternura y el color son los parámetros y los motores de la creación.
Adriana Toledano Kolteniuk
2024
Cuando toqué el agua, estaba tibia (introducción)
Berta Kolteniuk presenta una nueva propuesta pictórica que surge a partir de un sueño que tuvo con su padre, reconciliatorio, donde se entrelazan sus historias y memorias, a través de un viaje al inconsciente personal y colectivo. Un evento que la llevó a producir paralelamente obras figurativas, viniendo de una exploración abstracta, donde se atreve a explorar matices nuevos, encontrando ecos y resonancias entre ambas propuestas. Un tejido fino, que amplía el rango de su pintura a conceptos históricos sobre la vida y la muerte, los ciclos que se repiten, el cambio de las estaciones, el clima, la orfandad y los estragos de la guerra.
Su padre, originario de Ucrania, tenía un año cuando estalló la revolución Rusa en 1917. Traumatizado por la guerra y la persecución, emigró a México con su familia a los 13 años de edad. Berta siempre se ha sentido atraída e influenciada por la cultura Rusa, la pintura, la literatura, la música y el cine. Reflexiona sobre cómo el clima cambia el temperamento de la gente y produce otro tipo de cultura. Para contextualizar este proyecto personal, nos muestras dos catálogos de sus exposiciones anteriores, que realizó hace más de veinte años, cuando vivió en Estados Unidos: Antártica y Cold & Warm, donde investiga sobre el mismo tema, el frío, la nieve y la naturaleza del color. En sus series anteriores Kolteniuk ha investigado sobre el misterio y el origen de la vida, de la fauna y flora, la bipartición celular, el fluir de la materia y el azar, así como el universo y las galaxias, de lo micro a lo macro.
Todo sucedió después de una sesión de quiropracia que tuvo con una sanadora, que la llevó a soñar con su perra pero que en el sueño aparecía brincando sobre la nieve con el cuerpo de Bambi. “Íbamos caminando mi padre y yo, por un paisaje nevado que era Antártica y al llegar a una pileta que se encontraba en el camino, mi padre se metió al agua y yo espantada, porque pensaba que estaba helada, no quería meterme, pero cuando toqué el agua descubrí que estaba tibia y pude meterme con él, en tranquilidad y confianza. Intrigada, comencé a investigar sobre la película y el “making of” de Bambi, porque no entendía la analogía, que me llevó a un viaje interminable de experimentación con la pintura clásica y la figuración. Para mi sorpresa, descubrí que los paisajes los había pintado un artista chino recién emigrado a Estados Unidos, Tyrus Wong, porque solucionaba los bosques con atmósferas de color que provenían de los paisajes tradicionales chinos realizados con aguadas y tinta. Me interesé en reproducir ciertas escenas que me llevaron a encontrar simbolismos que se relacionan con mis intereses de siempre, el cambio de las estaciones, el ciclo que se repite, el nacimiento y la muerte. La orfandad. La guerra y sus estragos por el mundo, que irremediablemente también se repiten.”